Vivimos un momento extraño para la fotografía. Por un lado, se valoran los fotógrafos profesionales y su trabajo ocupa las páginas de las más prestigiosas revistas y las salas de exposiciones del mundo entero. Por el otro, la tecnología permite tanto experimentar con maravillosas fotos digitales como retornar al orígen y trabajar como lo hicieron los pioneros con maravillosos resultados. Sin duda se hallan en su apogeo especialidades como la fotografía de moda o la de viajes. Pero, al mismo tiempo, la proliferación de cámaras compactas y la revolución de los teléfonos móviles con cámara incorporada han contribuido a banalizar el acto fotográfico hasta límites impensados.

El viajero constituye uno de los principales tipos de fotógrafos amateurs. En su deseo de perpetuar el recuerdo de su viaje de forma casi imborrable se afana en disparar su cámara en todas direcciones para captar los mejores instantes de su visita.

Barcelona, una ciudad de foto

Barcelona, una ciudad de fotoLo cierto y verdad es que la Ciudad Condal es una urbe muy fotogénica y su historia muy ligada a este arte de captar lo efímero. Sin querer ser demasiado exhaustivos, solo nos bastará remontarnos a finales del siglo XIX, principios del XX, para descubrir dos grandes estudios fotográficos a la altura de los que se instalaron en París y otras ciudades del mundo tras la invención de la fotografía.

Uno de ellos fue el Estudio Napoleón, fundado por Antonio Fernández Soriano, Anaïs Tiffon y Emilio Fernández Tiffon. Situado primero en la calle Ferrán y después en la Rambla de Santa Mónica, números 15 y 17, donde después estuvo el famoso Frontón Colón. El nuevo estudio se inauguró el 3 de julio de 1893, con gran despliegue de medios de propaganda como lo demuestra la existencia de un cartel ejecutado por Alexandre de Riquer.
El fotógrafo Pablo Audouard, inauguró en 1905, el otro estudio de moda ocupando el entresuelo de la Casa Lleó Morera, en el Paseo de Gracia, número 35, esquina con la calle Consejo de Ciento. También esta apertura fue muy sonada y ocupó las páginas de la prensa.

Hemos de tener en cuenta que además de ser establecimientos destinados a la comercialización de lo más avanzado de la técnica fotográfica, los edificios que albergaban su actividad también destacaban por su novedad e importancia arquitectónica. Hasta el momento la profesión de fotógrafo casi itinerante y no pocos abrían sus estudios en los jardines de su casa o en los terrados de los edificios para poder construir espacios con paredes acristalas y aprovechar así la luz.

Hoy por hoy, la fotografía sigue siendo una protagonista de la ciudad que cuenta con el Arxiu Fotogràfic de Barcelona, la librería especializada Kowasa en la calle Mallorca, las tiendas especializadas La cámara lúcida en Gran de Gracia o Arpi en la Rambla de Cataluña desde hace más de 65 años, las galerías Hartmann, Colectania o Tagomago entre otras.

Barcelona, una ciudad de fotoPara finalizar nuestro recorrido de hoy os queremos hablar de un estudio muy nuevo (abierto en octubre de 2014) y que representa para nosotros la máxima originalidad en foto. El Señor Archer, abierto en el Barrio del Raval y dirigido por el fotógrafo Alberto Gamazo, es, como explican en su página web, un estudio de fotografía química que ofrece sesiones de retrato usando la técnica del colodión húmedo, “pionera en el desarrollo de la fotografía en sus orígenes a mediados del siglo XIX. A mitad de camino entre la fotografía y la alquimia, este proceso recupera los valores de la fotografía hecha a mano, lejos de automatismos y mapas de bits, con paciencia y criterio.” ¿Por qué no te pasas a descubrir cómo es la fotografía slow y de te encargas un retrato?