Número 10 de la Plaza Real

Entre los años 2002 y 2007 residí en París y una de las cosas que más me gustaba es que al caer la noche, la gente enciende las luces de su casa sin cerrar ni las cortinas ni las contraventanas. Esto permite “cotillear” en el interior de los apartamentos, actividad que me encanta. De hecho, todavía hoy el ver luces en los balcones me da sensación de confort, de compañía, de calidez hogareña.

Fundación Setba de Barcelona

Desde que soy guía en Barcelona, cuando paseo por el Barrio Gótico, por el Paseo de Gracia o por el Raval, siempre me pregunto como era la vida doméstica, la rutina. Y también como es hoy en día, como se vive en Barcelona.

Esta es la razón por la que durante mis visitas a la Plaza Real me encanta entrar en la Fundación Setba, porque de esta manera puedo ver como se vivía (y puedo imaginar como se vive hoy) en un piso con un montón de balcones, concretamente siete) sobre una de las plazas más bulliciosas de Barcelona.

Además, el piso en cuestión ha sido el hogar de tres personajes imprescindibles para entender nuestra cultura y nuestra mentalidad: Francesc Pujols, Ocaña i Lluis Llach.

Habitantes ilustres del 10 de la Real

Francesc Pujols

Fue poeta, filósofo y crítico de arte. Nació en 1882 en el número de 10 de la Plaza Real y con 20 años su poesía fue premiada en los Jocs Florals (certamen literario) y dos años más tarde publica su primer libro de poesía. Será también durante 1904 cuando de su primera conferencia en el Ateneu Barcelonés sobre el pintor Marià Pidelaserra iniciando así su trayectoria como crítico de arte. Además, será uno de los primeros defensores de un arquitecto muy controvertido en la época: Antoni Gaudí, publicando en 1927 “La visión artística y religiosa de Gaudí”, traducido al francés por Salvador Dalí. De hecho Dalí afirmaba que su padre intel·lectual era Francesc Pujols y lo demuestra dedicándole la pintura “Cielo Hiparxiológico”, el libro Pujols per Dalí y una escultura delante del Museo Teatro Dalí en Figueras.

número 10 de la Plaza Real

Ocaña

Probablemente, el más carismático de los habitantes del número 10 de la Plaza Real. En cualquier recopilación de personajes barceloneses, Ocaña tiene reservado un lugar privilegiado. Nació en Cantillana, provincia de Sevilla en 1947 y se traslada a Barcelona en 1971 atraído por la libertad que la ciudad le ofrecía. Homosexual y orgulloso de serlo, también se declaraba anarquista realizando diferentes performances entre las que se encuentra pasearse por la Rambla vestido de mujer, sin ropa interior y arremangándose la falda.

Otra faceta de su personalidad fue una profunda religiosidad. Sus obras tenían un estilo naïf y lleno de color y las imágenes de sus vírgenes y de sus angeles tienen un estilo personal e iconográfico. Su estilo era apreciado por muchos y destacó por su forma de expresarse libre en un país todavía muy anquilosado y con unos valores muy arcaicos.

Ocaña Plaza Real

Vivió en el 10 de la Real en los años 80 dándole al piso una estética muy museística. Estaba mucho más compartimentado que ahora y las paredes de las diferentes estancias estaban decoradas con sus obras, dándole un gran colorido. El 10 de la Real fue lugar de reunión de sus amigos alrededor de una buena mesa. Banquetes, tertulias y provocación fueron los ingredientes principales de estos años.

En septiembre de 1983, Ocaña viaja a Cantillana para ver a su familia y decide celebrar un carnaval. El artista se vestirá se Sol con un traje de papel, un estandarte representando el astro rey y una bengala coronando el disfraz. Una chispa de la bengala hará que el disfraz arda provocando graves quemaduras a Ocaña. Morirá unos días más tarde por complicaciones derivadas del accidente.

Como no podía ser de otra manera, para despedir al popular personaje del número 10 de la Plaza Real, se organizó una gran fiesta en la misma plaza, dónde amigos, conocidos y saludados celebraron un homenaje a la vida. Y será des de ese preciso momento cuando Ocaña pase a formar parte del Olimpo de personajes barceloneses.

Disfraz Sol Ocaña

Lluís Llach

Conocido cantautor catalán y último habitante del número 10 de la Plaza Real antes de la llegada de la Fundación Setba. Vivió en este concurrido apartamento entre 1983 y 1999. De hecho, los colores actuales de las paredes son los mismos que Lluis Llach eligió.

Lluis Llach está considerado como uno de los máximos exponentes de la Nova Cançó (Nueva Canción), un movimiento cultural y musical que nace en plena dictadura franquista para reivindicar el uso normal del catalán y también para denunciar las injusticias de la dictadura. Su canción más conocida, al cual ya podría definirse como un himno es L’Estaca (la Estaca) compuesta en 1968 y adaptada por Jacek Kaczmarski como himno no oficial del sindicato polaco Solidarnosc, y que se convirtió en 1997 en el himno oficial del club de rugby Union Sportive Arlequins Perpignan (Unión Deportiva Arlequín de Perpiñán).

La canción fue aprobada por los censores la octava vez que Llach la presentó, bajo el nombre de Ahir. Fue prohibida un año más tarde, pero ya era una canción popular.

En el año 1969 ofrece un concierto en el Palau de la Música Catalana consolidándose así como uno de los mejores cantautores del momento. Su carisma y su compromiso social despiertan el interés de las autoridades, que los someterán a prohibiciones y a una persecución intelectual. Esto no impide que actúe en diferentes países dando a conocer la realidad de la lengua y cultura catalanas.

Des de sus inicios y hasta su retirada en 2007, sus conciertos destacan por su calidad musical y su compromiso social. Será este compromiso la base para su implicación en la política catalana.

Lluis Llach a la Setba

A partir de ahora, cada vez que paséis por la Plaza Real, y la luces del número 10 de la Plaza Real estén encendidas, ya podéis revivir algunos de los momentos de la vida en este acogedor piso con siete balcones que invitan a disfrutar de la vida y el bullicio de Barcelona.